Dispara, dispara, dispara
Silver Kane
Las cosas estaban ocurriendo sincronizadamente, con arreglo a un plan meticuloso que en aquel momento Barney no podía ni imaginar. Barney, situado en lo alto de la torre de madera, junto a los cercados, vio aproximarse una manada por el oeste. La manada venía desde la zona del lago Honey, donde sin duda las reses habían estado bebiendo, y se dirigía a Susanville bordeando el camino principal que une a esa ciudad con Alturas, al norte, y con Reno, al sur. Lo que estaban haciendo los conductores de aquella manada era una barbaridad. Parecían no darse cuenta de que las pezuñas de las reses destrozaban los bordes del camino, aparte de que el inmenso polvo que levantaban haría imposible pasar por él durante quince minutos al menos. Las reses tenían un camino marcado, pero aquellos salvajes que se aproximaban daban muestras de no conocerlo.
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